RT 1.- CONCEPTO DE PATRIA.
Patria, nación, estado “et de quibusdam aliis” (Y de otras más)
FUENTE: Bandieri, L. M. . (2007). Patria,
nación, estado “et de quibusdam aliis”. Revista De La Facultad De DerechoY Ciencias Políticas, 37(106), 13-53. Recuperado
a partir dehttps://revistas.upb.edu.co/index.php/derecho/article/view/4017
Introducción
¿Qué sentido y significado tienen
hoy las expresiones “Patria”, “Nación”, “Estado”?
Hasta nos asalta la duda de si debemos escribirlas con mayúscula inicial o servirnos, en cambio, de la más modesta minúscula. ¿Son todavía nombres propios, comunes usados como propios o, simplemente, comunes? ¿Cuál es, actualmente, la fuerza de estas expresiones para convencernos y conmovernos? ¿Qué dicen y qué nos dicen?
Planteado así nuestro problema, corresponde ahora precisar los límites de la respuesta que aquí se intentará. Ha de procederse a un examen de estos vocablos, desde el enfoque de la ciencia política. Nos serviremos de la tópica, es decir, de un análisis de dichas expresiones, en cuanto atinentes al campo de lo político, a partir de las opiniones generalmente admitidas y del uso habitual de aquéllas, tanto en el ámbito vulgar como académico, para establecer conclusiones aceptables en cuanto a su sentido y alcance en este tiempo. Ello implica que nuestras distinciones no podrán ser límpidas y precisas, sino que sus bordes habrán de resultar más o menos difuminados. Referirse a patria, nación, Estado, conduce a toparse tanto con realidades como con constructos, y a ponderar tanto razones como sentimiento.
Patria ha pasado a nuestra lengua intacta del vocablo latino idéntico, a su vez derivado del griego patra, lugar de nacimiento, relacionado a su turno con pater, padre. Es la terra patrum, la tierra de los padres –del pater y patriarca- y de los muertos familiares. En las definiciones de los diccionarios de la lengua, la primera acepción la identifica con “nación”, enturbiando así las aguas
Sin embargo, registran aún, como acepción secundaria, la de
lugar donde se ha nacido. La primera edición del Diccionario de Autoridades (1726-39)
la identifica con “tierra” y la define como “distrito o señorío donde se ha
nacido”. Ante todo, pues, es un lugar, morada de las generaciones sucesivas y
soporte de los recuerdos, impresiones primigenias, paisajes comunes. Está unida
primordialmente a nuestros sentimientos: es apego a un lugar, arraigo en él.
Siendo su referencia una morada, no está, sin embargo, territorial o
jurisdiccionalmente definida. Abarca simultáneamente superficies variables de
la tierra, organizadas o no como Estados naciones. Hay una “patria chica”
(terruño, aldea, ciudad, provincia, región).
Hay una “patria grande” como, por ejemplo,
nos gusta a sus integrantes llamar a la ecúmene latinoamericana.
Los vínculos pueden asemejarse a la generación y hablarse, así, de una “Madre
Patria”. “Patria” está unida al patriarca, pero su vínculo con la tierra en que
se nace manifiesta un costado maternal: una “matria”. La tierra simboliza la
función maternal y nutricia: tellus mater, da la vida y la recibe
al final. Así, por ejemplo, la Pachamama de las culturas indígenas
sudamericanas.
La patria, pues, está ahincada en dos arquetipos fundamentales,
el paterno y el materno. El cristianismo supone una patria más allá de ésta: la
“patria celestial”. Esta “patria celestial” representa la verdadera patria a la
que se dirige el cristiano, simple peregrino en la patria terrestre, haclacrymarum
valle, este valle de lágrimas. La patria y el amor patrio del aquende,
sin embargo, están presentes en las enseñanzas del catolicismo, a condición de
no convertirse en exclusivos y excluyentes: “cultiven los ciudadanos con
magnanimidad y lealtad el amor a la patria, pero sin estrechez de espíritu, de
suerte que miren siempre al mismo tiempo por el bien de toda la familia humana,
unida por toda clase de vínculos entre las razas, pueblos y naciones”.
Kantorowicz arriesga esta hipótesis: la renovación del concepto de patria,
hacia fines del Medioevo, que comienza a abarcar, además del terruño, los
confines del reg-num, bien pudo ser efecto de una secularización
de la patria communis del género humano en los cielos. El amor
patrio, la pietas de la Antigüedad, había subido a los cielos,
para retornar ahora a la tierra renovado. Loque resultaba bueno en la patria
celeste, podía serlo también en las patrias terrestres.
Resulta interesante el sesgo que el término cobra durante la
Ilustración, cuando condujo a una disputa entre Voltaire y Rousseau. Para el
primero, “patria” es una noción fundada en el egoísmo recíproco, que lleva al
enfrentamiento, sólo superable por quien se considere como un “ciudadano del
universo” Rousseau, en cambio, sostiene la idea antigua de la patria, y abomina
de los cosmopolitas que “se envanecen de amar a todo el mundo, para adquirir el
derecho de no amar a nadie” A la patria pertenecemos y ella nos pertenece. Es
irrenunciable –aunque podamos reconocer una “segunda patria”– y nos sigue cual
la propia sombra a lo largo de nuestra vida.
Como anota Dalmacio Negro Pavón, es una noción perteneciente
ante todo al orden privado, afectivo y religioso, antes que a la esfera de lo
público y político. Es, además, un concepto referido a un lugar físico, a un
solar donde mora, generación tras generación, un pueblo formado por familias.
La patria es siempre topía, un lugar que está, aunque no estemos
en él. Respecto de ella no cabe plantear la u-topía, el lugar
inexistente. No hay, propiamente, patrias imaginarias, sin arraigo con lugares
y vivencias concretas. Ello no impide, claro está, que la imaginación humana,
en cada caso, matice y enriquezca aquellas referencias.
Expresiones como familia y patria, parecen
referirse a unidades humanas cercanas a la primigenia naturaleza asociativa del
hombre como animal social y cívico. Incluso el cristianismo, como vimos, al
agregarle al hombre una dimensión sobre- natural, tuvo que ubicar esta última
en una “patria” común, más allá de la natural.
El amor patrio se manifiesta por la amistad civil de los hombres
libres asentados en un lugar. A partir de ella toman cuerpo los elementos
fundantes de lo político, pero no resulta por sí inmediatamente política, ya
que no se define por una enemistad. Está habitada por la philía.Nicolás
de Cusa atribuyó a un don divino esta posibilidad de amar a la propia patria
sin la fatal contrapartida del odio a las patrias ajenas: “y esto está hecho
así por Dios para que cada uno se contente consigo mismo, aunque admire a los
demás, y con la propia patria, de manera que el suelo natal le parecerá el más
agradable de todos (...) para que haya paz y unidad sin envidia”. La patria
pertenece al consciente colectivo del hombre comunitario: en ella y por ella se
siente en comunidad Los romanos hablaban de la pietas es decir,
la pertenencia a la comunidad, relacionándola con el deber (officium).
Pietas era veneración y respeto por la patria, los padres, los
antepasados; además, sentido de responsabilidad para el cumplimiento de los
deberes (officia) respecto de las generaciones venideras
Canción de Rubén Blades
Hace algún tiempo
Me preguntaba un chiquillo
Por el significado
De la palabra "patria"
Me sorprendió con su pregunta
Con el alma en la garganta
Le dije así:
Flor de barrio
Hermanito
Patria
Son tantas cosas bellas
Como aquel viejo árbol
Que nos habla aquel poema
Como el cariño que guardas
Después de muerta, abuela
Patria
Son tantas cosas bellas
Son las paredes de un barrio
Y en su esperanza morena
Es lo que lleva en el alma
Todo aquel cuando se aleja
Son los mártires que gritan
Bandera
Bandera, bandera, bandera
No memorices lecciones
De dictaduras o encierros
La patria no la define
Los que suprimen a un pueblo
La patria es un sentimiento
En la mirada de un viejo
Sol de eterna primavera
Risa de hermanita nueva
Te contesto
Hermanito
Patria
Son tantas cosas bellas
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